Supervisión activa en perros

Supervisión activa en perros - Perro suelto (Argos de los montes)

 

La supervisión activa es un concepto del que se ha oído hablar bastante en educación infantil. En cambio, raramente suele conectarse con el ámbito canino si no es para relacionarla con la prevención de problemas en la socialización de los perros (reactividad, por ejemplo) o la relación con bebés o niños. En español, es un tema del que apenas hay info «en abierto», la verdad.

Desde mi punto de vista, esto es un error, como he intentado explicar en un breve vídeo de YouTube (Supervisión activa en perros). La supervisión (en especial, la supervisión activa) en perros cumple las mismas premisas que con niños y resulta importante en muchísimos contextos. Desde la estructura educativa en casa y calle hasta la socialización con otros bichos y personas, saciar instintos, crear rutinas equilibradas, etc.

En este artículo, voy a intentar que veamos qué tipos de supervisión existen, por qué la supervisión activa es tan importante y por qué otras formas de supervisar pueden ser suficientes dependiendo del contexto, los «agentes» implicados, las posibilidades con las que contamos…

¿Qué tipos de supervisión existen?

En Family Paws, una organización norteamericana que define su misión en «Expert support & resources for families with dogs», ha dividido en cinco los posibles tipos de supervisión: ausente, pasiva, reactiva, proactiva y activa. Ahí dejo enlace a una tabla bien bonica, pero relacionada con perros, y críos, y crías.

Supervisión activa y tipos de supervisión con perros(5)

Vamos a ver los tipos de supervisión, uno a uno. En los ejemplos de Family Paws, se relaciona con niños y bebés, pero lo que quiero transmitir es que es completamente aplicable en otros contextos.

Ausente: el guía no está presente o está completamente ausente (echándose una siesta) y no puede observar ni actuar. Desde este tipo de supervisión, no se puede mantener ningún control sobre el perro como guía o referente. A grandes rasgos, porque no está supervisando, seamos claros. 

Pasiva: el adulto responsable (se supone) está por uvas y, aunque se encuentra en el mismo espacio, no puede observar qué hace el perro o qué estímulos y acciones está recibiendo. Puede estar hablando por teléfono, mirando el Sálvame en la tele o viendo a los gorriones gorrionear.

Reactiva: la supervisión reactiva es, probablemente, la más común, y supone actuar cuando ya ha sucedido o está a punto de suceder aquello que tratábamos de impedir. Entre bebés y perros, por ejemplo, en vez de planificar las interrelaciones, adelantarnos y organizar un contexto estructurado y controlado (proactiva y activa), reaccionamos cuando el crío y el perro están demasiado cerca: el perro va a comerse la merienda, el niño le estira de la cola…

Como ves, estas tres formas de supervisión son de bajo valor, aunque, a menudo, necesarias. Mientras yo escribo estas líneas, me puedo ir girando y controlando a mis perros, pero, en realidad, se está dando una supervisión pasiva que, si me duermo al teclado porque no me he tomado el café, pasará a ausente y, si uno de mis perros se come una pared y derrumba la casa, se volverá reactiva. Aun así, esto es algo natural y no deberíamos preocuparnos en exceso si planificamos y educamos adecuadamente a nuestros animales (lo que se traduce en supervisión proactiva y activa).

Proactiva: una supervisión proactiva supone planear y preparar nuestras acciones y las sesiones educativas con nuestro perro. En casa, por ejemplo, podemos estructurar la presentación de un bebé con acercamientos progresivos, reforzamiento de conductas que nos interesan, utilización de conductas incompatibles cuando no nos interesan otras o habituación al nuevo contexto. Del mismo modo, la proactividad también supone adelantarnos a posibles problemas: quitar la cerámica china si hay cachorros en casa, evitar que un cachorro moleste a un perro adulto que está comiendo, etc.

⭐ ⭐ ⭐ ⭐ ⭐ Activa: la supervisión activa se traduce en una atención completa del perro (iba a poner «total» como tienen en Family Paws, pero no vamos a fliparnos tampoco). ¿Qué quiere decir esto? Que controlamos tanto las interacciones buenas como no tan buenas, actuamos en consecuencia, guiamos y, a grandes rasgos, somos un buen referente para el perro (a lo que debe aspirar un guía, desde mi punto de vista). La gran diferencia entre la supervisión proactiva y la supervisión activa es que, en la primera, preparamos y, en la segunda, nos servimos de nuestros conocimientos para gestionar y controlar las situaciones: de este modo, ambas son necesarias y complementarias, pero mientras que entrenaremos a un perro durante breves periodo de tiempo en la semana, supervisaremos al animal durante toda su vida; de ahí, la importancia mayor de la activa.

Supervisión activa en perros

El mejor artículo que he encontrado sobre este tema (en inglés) está escrito por Jill Breitner para Whole Dog Journal: Properly Supervising Dogs. Una lectura 100 % recomendable de los cinco tipos de supervisión que podemos aplicar.

¿Por qué la supervisión activa es la «más» mejor?

Como ya he dicho, la supervisión activa de nuestros perros nos permite interactuar, enseñar (reforzar conductas positivas e inhibir las negativas), establecer límites… Entonces, ¿por qué no todos los guías aplican la supervisión activa?

Hay varias razones:

  • La más básica es que no siempre podemos estar presentes, pero también es la excusa más gorda, ya que no existe necesidad

Por otro lado, la supervisión activa requiere:

En resumen, la supervisión activa supone entender el comportamiento y el lenguaje del perro y poder actuar en consecuencia; si la complementamos con una conducta proactiva, podemos mantenernos presentes, adelantarnos a los problemas y aprovechar las situaciones para continuar enseñando a nuestros colegas peludos.

Unos cuantos ejemplos de supervisión activa: si sabemos que nuestro perro se pone nervioso al salir a pasear o al volver a casa, así que cogemos la correa, lo atamos y esperamos a que se calme antes de salir a pasear; si se pone nervioso al ver la correa, presentamos la herramienta hasta desensibilizar frente al estímulo; si entra corriendo a casa siempre, nos adelantamos y volvemos con el perro atado durante unos minutos o realizamos una pequeña sesión de obediencia al llegar para generar una conducta incompatible y extinguir la primera…

¿Por qué no podemos aplicar siempre una supervisión activa?

No siempre es posible aplicar una supervisión activa: a veces, no estamos; a veces, estamos en alguno de los otros niveles de supervisión por necesidad (trabajo, dormir, etc.). En cualquier caso, la supervisión proactiva y activa deben darnos las herramientas y permitirnos reforzar las situaciones que buscamos. ¿El objetivo? Crear una estructura educativa que permita reducir al máximo conductas pasivas o reactivas. Porque, quien diga que nunca le ha pegado un grito a su perro, me parece que miente. La cuestión es que el grito o la “regañina” (reactividad) deben ser la excepción y no la norma.

Para ello, quizá nos sirva entender que el fallo de un perro es, en primer lugar, nuestro fallo siempre y debemos ser más humildes. Cambiemos cosas como “este perro es tonto” por “no sé cómo enseñar lo-que-sea a mi perro” y busquemos ayuda si es necesario. No hay por qué saber de todo, pero sí es nuestra responsabilidad accionarnos para conseguir una buena convivencia entre guías y perros.

La buena supervisión previene situaciones de vida o muerte

Por último, traduzco un párrafo del artículo de Breitner que me parece básico para entender la importancia de la supervisión en perros. Como bien dice esta educadora, una buena supervisión previene situaciones de vida o muerte.

[…] Hay que tener en cuenta que la razón más común por la que los perros son entregados en adopción son los problemas de comportamiento. Tiene sentido aprender sobre lenguaje gestual canino (especialmente, las señales de estrés) y el manejo proactivo de tus perros, y practicar un entrenamiento tranquilo basado en recompensas diarias. Todo ello, reducirá el estrés de nuestros perros y aumentará su seguridad, previniendo los problemas de comportamiento.

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