Hay entradas que tienen que estar en el blog de educación canina. En este caso, la relación de tu perro con la clínica y su equipo (o sea, la primera visita de tu perro al veterinario) es una de ellas.
¿Qué ocurre con este tema? Por regla general, este tema se trata de otra forma como se puede comprobar con un par de búsquedas por Internet.
Las búsquedas típicas son:
- ¿Cuándo llevar a mi perro al veterinario…?
- ¿Con qué tiempo…?
- ¿Qué hará el veterinario con mi cachorro…?
Este tipo de preguntas.
Sin embargo, teniendo en cuenta que la identificación canina (el microchip) y la vacunación y la desparasitación son imprescindibles, la realidad es que muchos/as guías caninos obvian lo importante que es una buena asociación perro, centro y veterinario, qué suponen las manipulaciones y cómo deberíamos gestionar primeras visitas.
La primera visita al veterinario (en TL; DR)
- La primera visita se hace a (partir de) los 2 meses de edad.
- El veterinario revisará ojos, dientes, piel, mucosas; tomará temperatura, auscultará y (te mandará) a tu casa.
- Por descontado, si vamos durante un episodio de enfermedad (tras la adquisición o la adopción), el veterinario puede plantear desde análisis de orina, sangre o heces a radiografías, ecografías, etc.
- En la primera consulta, suele identificarse al perro con microchip y se programará la pauta de vacunación y desparasitación.
- Te dejo aquí un enlace de Experto Animal con cuestiones básicas de este tipo (cachorros, veterinario, primeras veces).
¿Cómo asociar el veterinario a una experiencia positiva?
Estamos hartos y hartas de oír que los perros son unos «cracks» asociando, pero nos sorprendemos cuando, de golpe, se plantan o te arman la de Dios es Cristo para no entrar en la clínica veterinaria o para largarse de ahí.
Hay tres cosas que deberían preocuparnos siempre, no cuando se convierten en un problema:
- Una, cómo tolera el perro las manipulaciones (tocarle, manipularle) y qué podemos hacer para que lo asocie con experiencias más positivas
- Dos, quién dirige la clínica, qué servicios ofrecen, cómo tratan a los animales durante todo el proceso (recepción, anamnesis, pruebas, diagnóstico…); como educador, a menudo veo cómo se pincha en cuestiones como la etología (psicología canina) y las manipulaciones.
Hoy, cuentas con Google My Business y otros servicios que te permiten saber qué piensan los clientes de un negocio o un profesional. ¡Aprovecha! Y haz una selección inicial; después, visita la clínica y evalúa.
- Tres, ¿quién conoce a su perro? (o debería…) ¡Exacto, tú! Y como guía tienes una gran responsabilidad desde la primera visita, así como para explicar a los encargados del centro qué deberían saber.
¿Empezamos?
Plan de visitas: en busca de experiencias positivas
Primeras visitas del perro al veterinario
Ve un par de veces a la clínica, cómprale (o entrégale) alguna chuche, un juguete nuevo, algo que llame su atención y sea un buen refuerzo; si es posible, programa una (breve) visita con el equipo para que dediquen unos minutos a estar con él o ella.
Si tu perro es tímido o poco sociable, no fuerces la situación e intenta siempre inducir buenas experiencias: ¡que busque caricias, que acepte premios! Minimiza las experiencias negativas (no impongas; no forcéis al cachorro) y gestiona la situación para evitar que «sobrepase» a tu perro, sea un cachorro o un perro adulto adoptado en periodo de adaptación.
- Deja que se familiarice con la zona: principalmente, ¡a través del olfato!
- Adapta la visita y la actividad a tu perro: ¡si muestra miedo o ha asociado malas experiencias, tendrás que ir más despacio
- El veterinario no es un espacio de socialización: evita acercarte a perros desconocidos, y pregunta siempre; piensa que hay animales enfermos, todo tipo de olores, ruidos extraños…
- Si tu perro sabe obediencia básica, puedes aprovechar la permanencia en las posiciones (sentado; tumbado) para un mejor control de la situación; otras habilidades como los bloqueos de correa pueden ser (muy) útiles dependiendo de la situación.
Las semanas siguientes…
Si en las próximas semanas, tienen que visitar a tu perro en la clínica (por primera vez), acércate en varias ocasiones durante las semanas anteriores (aunque sea con el cachorro en brazos, solo un par de minutos, etc.); además, si ya ha vivido su primera experiencia y no fue tan buena como hubieras deseado, reserva algunos ratos para visitas breves e incorporando refuerzos positivos: chuches, juguetes, etc.
Es importante que un perro no crea que va al veterinario a pasárselo en grande, porque su nivel de excitación puede convertirse en un problema también; queremos positivizar y, a continuación, habituar con asociaciones «neutras» (o relativamente neutras), por lo que será bueno ir yendo de vez en cuando… Evitemos que el perro asocie que solo va al veterinario a que le hagan «pupita», pero tampoco que empiece a pensar que se va de fiesta a la clínica.
El trabajo fuerte viene de fuera…
Promover la calma empieza por ofrecer una buena rutina, juego estructurado y paseos variados a tu perro. Por descontado, siempre adaptado a su edad, etapa vital y desarrollo. En cualquier caso, un perro que ha paseado y saciado instintos, visitará la clínica más calmado y creará asociaciones más positivas para las siguientes visitas.
Sin embargo, hay varios puntos que suelen ser conflictivos en la clínica y para los que podemos preparar a nuestro perro en casa con entrenamiento.
Empezamos con las manipulaciones…
En el veterinario, los profesionales tienen unas necesidades concretas que se alejan de las actividades típicas de un perro: la principal, es la manipulación. Mover patas, revisar mucosas, incluso levantar a tu perro o afeitar una zona de pelo para una ecografía.
A la mayoría de estas acciones, podemos acostumbrar al perro desde casa y ayudarle a generalizar este comportamiento en diferentes contextos. Para ello:
- Manipularemos las patas, el pelo o las orejas del perro en situaciones tranquilas, incrementando, poco a poco, la intensidad, el tiempo y ofreciendo premios: paulatinamente, podemos incrementar la intensidad asegurándonos que el perro sigue cómodo, no se asusta y tolera las acciones
- Si forzamos, el perro empieza a crear asociaciones negativas; si manipulamos con su consentimiento, el perro gana tolerancia y se frustrará menos… Progresivamente, podemos hacer que otras personas hagan lo mismo
- Los premios (snacks, salchichas, lo que sea) aparecerán durante las manipulaciones; dependiendo de qué zonas sean más sensibles, premiaremos más e iremos retirando premios paulatinamente.
- Perros que tienen dolor o han sido maltratados pueden necesitar de ayuda profesional; del mismo modo, existen malas asociaciones o experiencias concretas que pueden requerir de desensibilización o contracondicionamiento —de los que hablé en artículo sobre miedo a los petardos—
Trabajos de calma y obediencia
Tu perro agradecerá que incorpores a su rutina actividades que lo equilibran, como los juegos de olfato y la obediencia. Con los primeros, junto a los paseos, conseguirás un perro menos centrado en los estímulos visuales —y, por ende, menos reactivo a estos—; con la obediencia, siempre que hayas sido constante, obtendrás herramientas que te permitirán una gestión más sencilla y cooperativa de la situación.
- Por ejemplo, un perro que tiene un buen tumbado o una posición estable en el sentado estará más predispuesto (por norma) a mantenerse tranquilo y seguro gracias al vínculo que os une.
- Un perro al que le dé miedo un espacio en alto, como la mesa de exploración, podemos enseñarle a no temer nada gracias a ejercicios de propiocepción o a habilidades concretas, como poner las dos patas sobre una superficie, además de dejarse manipular