La diferencia en la esperanza de vida entre los perros grandes y pequeños ha sido objeto de curiosidad en la comunidad científica desde hace tiempo. ¿Por qué los perros pequeños viven más? Esto ha traído de cabeza a genetistas y criadores durante décadas. ¿Solo por el tamaño? Parece poco probable sabiendo que los elefantes pueden vivir hasta 80 años…
En los perros, en cambio, los ejemplares más grandes suelen tener una esperanza de vida menor (notablemente menor, además) frente a los más pequeños. Entre las investigaciones recientes, el proyecto Dog Aging Project, dirigido por Bobbie Ditzler de Universidad de Washington, ha empezado a aclarar la cuestión.
Factores biológicos y desgaste celular
El Dog Aging Project ha reunido más de 50.000 perros de distintas razas y tamaños para determinar los factores de envejecimiento. Gracias a ello, ha revelado que el tamaño de los perros influye de forma directa en su envejecimiento. Pero ¿cómo? Pues debido a que existe un mayor número de divisiones celulares para mantener sus cuerpos en funcionamiento. Este proceso de división celular intensiva, necesaria para sostener su mayor estructura física, conduce a un desgaste celular acelerado, acortando así su esperanza de vida.
Por descontado, un elefante también tiene esa división celular más intensiva que… un loro, por ejemplo, sin embargo los paquidermos tienen desarrollados mecanismos biológicos que protegen sus células del daño acumulativo que provoca este desgaste celular. Los perros en cambio, no la poseen (y, probablemente, la selección artificial de las razas no haya sido de ayuda para adaptarse).
Factores genéticos en la esperanza de vida canina
Esta explicación es complementaria a la menor esperanza de vida de razas concretas, como el bulldog inglés o el boyero de Berna, donde existe predisposición genética a enfermedades que afecta su longevidad. Esta vez, a causa de la selección de rasgos para la cría y el empobrecimiento genético, que incrementa la incidencia de enfermedades hereditarias y acelera el proceso de envejecimiento en estos ejemplares.
Así, para los perros grandes de razas que sean propensas a enfermedades genéticas, ambos factores —el desgaste celular por el tamaño y la predisposición genética— se combinan, impactando aún más en su esperanza de vida. En cambio, en perros pequeños, aunque también se observa el desgaste celular, el impacto es menor debido a su menor tamaño, y una menor demanda de división celular. Este desgaste menor contribuye a una mayor esperanza de vida.
Y el futuro, ¿qué?
El proyecto sigue en marcha (Dog Aging Project): el hallazgo supone un avance significativo en la comprensión del envejecimiento canino. Aun así, todavía queda mucho por investigar sobre cómo prolongar la vida de los perros y mejorar su calidad de vida. Sin embargo, comprender por qué los perros pequeños viven más y cómo se produce (y por qué) el proceso de desgaste celular, puede ofrecer claves para optimizar su salud y proporcionar cuidados más adecuados.
Por ahora, las familias podrán adaptarse un poquito mejor para cuidar y atender de sus peludos, sobre todo en razas grandes y en aquellas con predisposición genética a problemas de salud.