En los bloques de vecinos se viven todo tipo de experiencias. La convivencia no siempre es fácil, sobre todo, cuando es cuestión de ruidos que acaban convirtiéndose en un problema recurrente. Un claro ejemplo de la situación la hemos visto esta semana en un viral (1,3 millones de lecturas en Threads, hoy) donde una usuaria, Cris, compartía la fotografía de un cartel en su edificio, en el que un vecino se quejaba del ladrido continuo de un perro.
Perro que ladra todo el día + poca paciencia
“Tu perro/a no ha parado de ladrar en todo el fin de semana. ¡Es insoportable! ¡Busca una solución! ¡Por favor!”
…se leía en el cartel, que ha causado polémia y cruce de opiniones. Esta falta de empatía (quizá se lo había dicho 20 veces de buenas formas, pero lo dudo) es algo habitual en edificios de vecinos. Además, suele buscar soluciones rápidas, y poco realistas. Como educador canino, me lo he encontrado con muchas ansiedades por separación, en las que he tenido que hablar con vecinos, policías y hacer pedagogía.
Pero lo más sorprendente fue la respuesta del tutor del perro, quien respondió:
“Mi perro es parte de mi unidad familiar, según la ley de protección animal. Te voy a dar una solución: ¡Múdate! ¡Por favor!
PD: No quiero más notas por debajo de la puerta”.
La publicación ha generado debate. (No es para menos…) Hay quien considera que un perro que ladra todo el día es una falta de respeto a los vecinos, otros defienden la contestación. Ambos fallan, evidentemente, en el punto fundamental: valorar el ladrido, resolver el problema (si lo hay) y gestionar el conflicto de manera constructiva. Además, es importante recordar que los perros ladran, pero un perro sano no está ladrando todo el día; y la gente que no tiene perros, tiene niños, o hace ruido también, pero lo veremos a continuación.
¿Es normal vivir con un perro que ladra todo el día?
Es fácil pensar que “es solo un perro ladrando”, pero en realidad, el ladrido constante es una señal de que algo no está bien. Los perros pueden ladrar por varios motivos, y ninguno de ellos es normal si se vuelve excesivo. Puede ser un signo de ansiedad por separación, estrés, aburrimiento o falta de ejercicio y estimulación. En muchos casos, el ladrido es una forma en que el perro expresa malestar, ya sea físico o emocional.
Para muchos perros, la soledad o la falta de actividad puede desencadenar en comportamientos «compulsivos», como ladrar. La explicación básica es que el ladrido, en estos casos, suele funcionar como un alivio (por reforzamiento negativo, a menudo), así como haberse asociado a cierta atención (en otros casos).
Un perro que ladra todo el día no es sinónimo de algo que deba ignorarse, y pasará. Se trata de un signo que requiere una evaluación adecuada para saber qué necesita y qué cambios se pueden hacer para mejorar su bienestar.
La responsabilidad del tutor o tutora
La Ley de Bienestar Animal está muy bien (por decir algo), pero no solo protege el derecho de los animales a ser considerados parte de la familia; también establece que los guías deben asegurar el bienestar físico y emocional de sus mascotas (artículo 24, y siguientes). Esto implica satisfacer sus necesidades de ejercicio, compañía y estimulación, aspectos que reducirán en gran medida el riesgo de ladridos excesivos.
La responsabilidad del dueño no termina en su casa, sino que debe asegurar una adecuada convivencia en comunidad. «El niño de los vecinos llora por las noches» o «la ley me ampara el derecho a tener a un animal en un piso» no debe ser la excusa para no solucionar problemas de comportamiento. Y un perro que ladra todo el día, es un problema: para él, y para el resto.
Comunicación y empatía: la clave en la convivencia vecinal
La falta de empatía y comunicación puede hacer que un problema pequeño se convierta en un conflicto importante.
Aquí radica el quid de la cuestión (creo).
En el caso de los ladridos, que pueden afectar a los vecinos (y como alguien que lleva 20 años con perro, y ha sufrido dejadez de otros vecinos, sé lo molesto que es). El descanso y la tranquilidad de los vecinos es un derecho, por lo que también deberíamos ser empáticos ante la situación.
Ninguna de las notas (ni de uno ni de otro) ayuda a solventar la situación, sino que agrava el conflicto. Por descontado, los perros pueden sufrir episodios o épocas complejas, así como aprendizajes o miedos a lo largo de su vida. Puede que este perro en cuestión esté pasando por un periodo de adaptación, haya tenido una cirugía o sufra ansiedad por separación. Mostrar empatía y entender el contexto puede ayudar a que los conflictos se aborden de una manera más constructiva.
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¿Qué hacer si tu perro ladra en exceso?
A diferencia de la familia de la segunda nota, deberías saber que si tu perro ladra todo el tiempo, no es normal, y existen maneras de abordar el problema de forma efectiva.
Aquí tienes algunos consejos:
- Consulta a un profesional. Un educador canino o un etólogo clínico (o ambos, dependiendo del caso) pueden ayudarte a entender qué está pasando y a diseñar un plan de trabajo específico para reducir los ladridos.
- Ofrece a tu perro enriquecimiento ambiental. Asegúrate de que tu perro tenga suficiente estimulación mental y física. Actividades como los juegos de olfato, paseos más variados (y/o largos) o incluso juguetes interactivos pueden hacer que esté más relajado en casa.
- Habilidades y rutinas de baja activación. Practicar ejercicios de calma o una desensibilización (en casos más concretos), en la que alargaremos los tiempos en los que el perro se va quedando solo y tranquilo pueden ayudar a reducir la ansiedad: esta, no obstante, no tiene por qué ser la causa de los ladridos (que requerirán una valoración concreta).
¿Y si el problema persiste?
Lo más habitual, en estos casos, es que lo haga sin ayuda profesional. No leas el punto anterior como un «no busques ayuda» (es lo primero que te comentaba), pero busca ayuda especializada y huye de supuestas técnicas milagrosas, collares eléctricos (ilegales) y castigos, que solo van a incrementar el estrés y la ansiedad.
Es posible incluso que el castigo «inhiba» (haga desaparecer) el ladrido, pero genere un mayor malestar en tu perro o en su comportamiento.
Si lees esto porque «eres el vecino enfadado», intenta comunicarte de manera directa, pero con respeto. Hablar abiertamente, con educación, sobre el problema puede llevar a una solución que funcione para ambas partes. Si el problema persiste, la administración del edificio puede intervenir para mediar en la situación, pero vale la pena que todos colaboremos en un caso así. Piensa en un bebé llorón por las noches: ¿se te ocurriría ir y gritar a la familia o dejarles notas? Entonces, ¿por qué lo haces con un perro que tiene una capacidad de razocinio similar a un niño pequeño?