Enseñar a un cachorro a hacer sus necesidades es mucho más sencillo de lo que solemos pensar. También es la primera pauta de convivencia del perro con la familia y la primera “exigencia” al perro que suele llevar a malentendidos. Por ejemplo: no entender que un animal jovencísimo no siempre puede aguantar y, sobre todo, que es necesario guiar, anticipar, supervisar y reforzar para alcanzar el objetivo lo antes posible.
Muchos guías y familias tenéis dudas con este tema. Hay bastante material interesante por ahí, pero creo que puedo aportar unas cuantas cosillas más, así que, ahí van. Sigue leyendo, que te lo explico en un pispas.
¿Qué podemos exigir y qué es la preferencia de sustrato?
Imagínate que eres un cachorro que vive con su madre en un cubil. Durante las tres primeras semanas de vida, estás muy ocupado preguntándote por qué leches naces con los ojos y los oídos sellados. Es broma, no te preguntas casi nada, porque tienes el cerebro a medio desarrollar; bueno, y porque eres un perro, como te decía: ¡atiende!
Durante estos 21 días, la madre ingiere las heces para evitar que posibles predadores puedan olerlas; en las siguientes semanas, los cachorros empezarán a salir de la madriguera. En estas semanas, comienzan a caminar mejor, a jugar, a imitar sonidos como el ladrido, a comer sólido y, sí, a ir al baño: pudiendo empezar (remarco la palabra «empezar») a controlar sus esfínteres, es decir, sus evacuaciones y hacer sus necesidades fuera. A las ocho semanas, además, desarrollan lo que se denomina preferencia de sustrato.
Y la preferencia de sustrato es…
La preferencia de sustrato es el aprendizaje y la predilección de un cachorro por orinar y defecar encima de un material concreto (tierra, hierba, cemento, el que sea), por lo que es el momento ideal para empezar a predisponer muchas conductas de evacuación en espacios que nos interesen y reforzar la acción con premios, caricias y buenas palabras.
En perros que no han tenido acceso a espacios naturales, la preferencia de sustrato no se desarrolla adecuadamente (criaderos ilegales, tiendas que tienen a los pobres bichos en jaulas un montón de semanas, etc.) y supone una dificultad añadida para el guía, que convivirá con un perro que no sabe diferenciar dónde está bien que haga pis o caca y dónde está mal.
En cualquier caso, aunque esté muy guay reforzar conductas de evacuación positivas y crear una buena dinámica, muchos guías se desesperan antes de tiempo, exigiendo que el cachorro aguante el pis o la caca más horas de las que, físicamente, pueden sus esfínteres.
Para explicarte bien punto por punto, traigo a SARA —en mayúsculas—, que es el acrónimo que me he inventado para Supervisar (S), Anticipar (A), Reforzar (R) y Aguantar (A); aguantar nosotros, con paciencia. Vamos a verlo.
#1. SUPERVISAR (S)
Un cachorro se va a mear y a cagar decenas y decenas de veces en casa durante los primeros meses de vida. Hay que asumirlo. Si esto te va a estresar, quizá debas valorar la adopción de un perro adulto cuyas pautas higiénicas ya estén desarrolladas (aunque también necesitará un periodo de adaptación con probabilidad).
En parte, esto se debe a que físicamente no puede aguantar sin hacer pis o caca más tiempo que sus meses de vida + 1 hora. O sea, un cachorro de 4 meses, puede aguantar unas 5 horas sin hacer pis, mientras que uno de 2 meses evacuará cada 3 horas, con todo lo que eso supone.
De este modo, hasta los 6 meses de edad no podemos pedir un control voluntario de los esfínteres, por lo que la exigencia tiene que adaptarse a estos criterios.
#2. ANTICIPAR (A)
Si queremos enseñar al perro a hacer sus necesidades, nos tocará adelantarnos. No siempre lo vamos a adivinar, pero hay que tener presente que los cachorros orinan y defecan:
- Al despertarse (o sea, después de dormir)
- Durante o tras la excitación que les supone el juego (después de jugar)
- Después de las comidas
Lo ideal será llevarlo hasta donde queremos que empiece a acostumbrarse y poder premiarle a la vez que reducimos la posibilidad de error a mínimos. Una vez haya evacuado, premiamos y creamos un refuerzo para esa conducta lo que hará que sea más probable que el perro intente emularla (ley del efecto de Thorndike: «Cualquier conducta que en una situación produce un efecto satisfactorio, se hará más probable en el futuro») para volver a recibir premio y empezamos a generar un efecto “bola de nieve”, pa’entendernos.
#3. REFUERZO (R)
Como decía unas líneas atrás, si el cachorro ha realizado la conducta donde queríamos, podemos reforzarle. Recuerda que hay distintos tipos de refuerzos: verbales, táctiles y apetitivos, por lo que podemos ayudarnos de palabras, caricias y premios para indicarle al colega que lo ha hecho bien. Por descontado, un premio apetitivo puede tener más valor (aunque eso depende también de lo que suponga para el perro: no hay dos perros iguales, pero vamos, que sí: que te va a preferir una chuche molona a un ¡bien, chico!), pero yo recomiendo utilizar distintos tipos de refuerzo y valorar su reacción para decidir cómo premiamos.
Por otro lado, si el perro se equivoca, ignora esa conducta y limpia adecuadamente (luego, voy a esto, que es uno de los errores típicos: pero spoiler alert, ¡nunca con lejía!). Por mucho que hayas leído y te hayan dicho, nunca castigar, porque es una tontería: son bebés, no es necesario y puedes generar problemas asociados que me van a dar trabajo, pero que son una mierda (como que el perro reaccione con agresividad, provocar miedos e inseguridades o afectar a las etapas del desarrollo).
#4. AGUANTAR (A)
Ármate de paciencia unas semanas: pueden ser dos, pueden ser ocho, pueden ser doce: lo siento, ahí entran muchos factores. El perro, cómo lo estamos haciendo, el número de veces que conseguimos reforzar…
Yo te recomiendo mantener una especie de hoja u horario semanal donde puedes apuntar a qué hora come, duerme, caga y mea. Así, por ejemplo, sabemos que un cachorro de 2 meses que ha meado a las 15:00 tendrá que salir a hacer pis o caca antes de las 18:00, por lo que podemos adelantarnos o encajar comidas y siestas (el uso del transportín, bien acostumbrado y utilizado, también es una gran opción para estas siestas y salir directamente a la calle a hacer sus necesidades). Recuerda: supervisión, anticipación, refuerzo (y paciencia, que es con lo que estoy dando la vara ahora).
Aunque lo ideal sería salir de día y de noche, yo no lo he hecho en mi puñetera vida durante las horas de madrugada con ninguno de mis perros. Lo que sí que he hecho es asumir que se va a hacer pis e intentar habilitar alguna zona con empapadores o papel de diario donde él o ella pueda ir a hacer pis mientras yo duermo. Es interesante cubrir una superficie amplia para asegurarnos que acierta y, luego, a medida que se acostumbra, ir retirando parte del papel o de los empapadores.
Asimismo, si el cachorro hace pis o caca en esa zona delimitada en horario diurno, le felicito, pero reservo los premios y los refuerzos de más valor para la calle, que es donde queremos que termine por hacer sus necesidades en el corto/medio plazo. ¿Lo pillas?
Por la noche, también nos ayudará:
- Que no beba tanto por la noche (si no hay problemas a nivel veterinario)
- Que cene 4 o 5 horas antes de ir a dormir: así, nos aseguramos poder reforzar una o dos veces en calle
- Mantener la rutina e ir puliendo: recuerda, es un bebé que está aprendiendo y te va a dar algún pequeño disgusto cuando creas que ya está todo controlado o esté avanzando rápido, pero es cuestión de meses: ¡y esta época no se repite!
Errores típicos que se dan hasta en las mejores familias…
Hay una serie de cuestiones extra que tener en cuenta.
Voy a tratarlas brevemente:
#1. Nunca castigar al cachorro por hacer sus necesidades cuando no estábamos en casa
Todavía es más habitual de lo que parece castigar al perro por haber hecho sus necesidades en nuestra ausencia. Esto es totalmente absurdo, porque el perro no puede asociar una conducta anterior con un castigo. Ninguna. Si tu perro te ha roto una silla o se ha comido la basura, tampoco va a entender la relación.
Las señales que te hace y que parece que le sepa mal, se llaman señales de calma o apaciguamiento, porque ve que estás enfadado/a, pero no tiene ni idea del porqué ni puede relacionar esos dos conceptos. Capisci?
Si le coges en el acto haciendo una trastada, puedes soltarle un buen ¡no! y detener la acción. Entonces, sí. Sin embargo, en el tema de hacer sus necesidades, yo siempre recomiendo que no se riña. Nunca.
#2. Nunca castigues necesidades fisiológicas, en serio.
En serio, no hace falta castigar por esto, no me voy a cansar de repetirlo a los guías y a las familias. Son bebés (1), el castigo no es necesario (2), solo necesitas paciencia y un poco de tiempo y, sobre todo, puedes generar mogollón de problemas (3).
He trabajado perros que, por miedo, no hacían caca o pis en presencia del guía, que reaccionaban con agresividad, que tenían miedo o inseguridad y se aguantaban sin saber dónde o cuándo orinar o hacer caca. No vale la pena. Solo es pis o caca. Es tiempo y paciencia. OK: es engorroso, pero no te la juegues.
Otro tema es que quieras evitar que tu perro realice marcaje territorial en casa. Pero ¿estás seguro que está marcando? Este tema es largo y suele atender a perros muy territoriales o problemas con perros adultos que perciben su territorio disputado o amenazado. Te recomiendo, visión profesional del tirón antes de ponerte a reñir/castigar a diestro y siniestro.
#3. Detergentes enzimáticos, siempre; no te líes con lejía
Famoso problemón típico de los detergentes amoniacales: no limpies el pies y la caca con lejía, porque estás diciéndole al perro que ahí está bien mear y cagar. Usar lejía es aumentar las posibilidades de que siga haciéndolo. Utiliza siempre detergentes enzimáticos, como Kalia Vanish Oxiaction, Envii Pet Fresh, Nitrox-Pet o Simply-Solution que costarán unos 10 €/litro.
¡Espero que todos estos consejos te sean útiles! Muchos ánimos.
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