Los artículos sobre entrenar a tu perro se centran, muchas veces, en la obediencia: enseñarle a sentarse cuando se lo pides, a permanecer quieto en una situación concreta… Hoy, vamos a hablar de cuándo entrenar a tu perro y no tanto de cómo hacerlo, ¿de acuerdo?, pues casi siempre nos encontramos con dos grandes inconvenientes:
- Personas que creen que la obediencia y la educación canina convertirá a su perro en un robot
- Guías que no saben cuándo entrenar con su perro en el día a día
En parte, lo primero es una confusión que se deriva de la diferencia entre educar al perro y adiestrar al perro. Vamos a ver estos dos puntos antes de continuar. Por un lado, educar a un perro corre a cargo de la madre del cachorro en los dos primeros meses.
A partir de entonces, su guía humano es aquel quien debe seguir fijando unas normas de conducta que debe transmitir al perro de forma sana y equilibrada. Por el contrario, cuando hablamos de adiestrar al perro hacemos referencia a un complemento en su educación: adiestrar es enseñar conductas y comandos concretos al perro.
Educar al perro es enseñarle a no tirar de la correa; adiestrar al perro en obediencia es enseñarle un comando en el que irá a nuestro lado. Educar es enseñarle a no morder el sofá, adiestrar es enseñar a que se siente, se tumbe o nos mire a los ojos.
Ya ves que ambos recursos son necesarios para que un perro viva equilibrado en sociedad; sin obediencia ni educación, ni el perro ni su guía podrán mantener una convivencia feliz en la ciudad. Si nuestro perro puede venir con nosotros por todas partes, ¿no será mucho más perro que si tiene que quedarse en casa en muchas situaciones porque no le hemos enseñado cómo comportarse?
Claves sobre cuándo entrenar con tu perro
Cuando hablamos de entrenar con nuestro perro nos referimos tanto a practicar ejercicios propios de la educación canina como del adiestramiento; con perros nerviosos, podemos entrenar para que no se sobreexciten con tanta facilidad, con perros miedosos, podemos ofrecerles más seguridad, con perros reactivos ante ciertos estímulos, podemos desensibilizar y ofrecerles herramientas de gestión emocional en esas situaciones… Dicho esto, vamos a simplificarlo.
Entrenar no puede ser hacer matemáticas en un concierto de rock
A veces, pretendemos empezar a entrenar con nuestro perro en un parque con diez perros corriendo de arriba para abajo, niños en bicicletas, ruidos de tráfico a veinte metros y hasta un payaso de circo haciendo malabares en una esquina. Eso no es realista. Para entrenar, nuestro perro tiene que mantener un estado emocional equilibrado. Quizá tienes que empezar entrenando en tu casa, o en el jardín, o en un parque con pocos estímulos… no pasa nada, lo contrario es pretender que podemos enseñar a un niño a hacer ecuaciones mientras le están distrayendo por todas partes.
¿En tu casa… o en la calle?
Como has leído, eso depende mucho del perro y de lo que ya hemos entrenado antes. Un perro que no tenga problemas de comportamiento debería poder entrenar en la calle a los pocos días o casi inmediatamente. Somos nosotros quienes debemos aprender a leer los contextos y los estímulos en el ambiente: si tu suegra está pasando la aspiradora en el comedor a las ocho de la mañana, seguro que el parque vacío que hay frente a tu casa es un ambiente mucho más conveniente para el aprendizaje.
En este sentido, ten presente que la hora puede ser un factor decisivo: un perro con mucha energía y ganas de salir a pasear, mejor que pasee un rato, que huela, que socialice un poco, y luego ya habrá tiempo de empezar una sesión de entrenamiento. También el momento del día afecta: frío, calor, cansancio… ¡ten siempre presente el estado emocional de tu perro!
¡Estar a tope, y motivar!
Para entrenar hay tres puntos imprescindibles que solo atienden al perro y al guía: si no se cumplen, esto de entrenar no va a salir bien…
- Primero, el guía tiene que estar Cuando tú ibas a la escuela, ¿con quién aprendías más, con el típico profesor que odiaba su vida o con aquel que amaba la historia, las matemáticas o la filosofía? ¡Exacto! Un guía motivado transmitirá y enseñará mucho mejor.
- Segundo, hay que saber cómo motivar al perro: cuando un perro hace algo bien, premia, pero también felicítale, demuéstrale con tu tono, tu movimiento corporal, tu estado de ánimo, lo genial que ha hecho eso. No es lo mismo un “bien” que un “¡muuuuy bieeeeeen, chico!” o un “¡suuuuuúper!”, ¿verdad?
- Tercero, y más importante, entrenas con tu perro para divertirte: es más, tienes un perro para divertirte y hacer cosas con él, ¿o no? Si recuerdas esto, los otros dos puntos irán a las mil maravillas.
Las horas en clase se hacían eternas…
Seamos buenos maestros y maestras. ¿Te acuerdas cuando no sonaba el timbre ni a tiros? Eso es porque está demostrado que, aunque nos empeñemos en hacer clases de 1 y 2 horas en escuelas y universidades, hoy se ha descubierto que la atención sostenida solo puede mantenerse durante 15 minutos. Un perro debería entrenar en sesiones de 5 minutos. Quizá menos al inicio, quizá algo más una vez ya ha establecido el aprendizaje como rutina. Por esto plantearemos siempre sesiones cortas y estructuradas: al principio, coge un papel y escribe lo que quieres trabajar (hazte un guion); si después quieres improvisar alguna parte, ¡perfecto! Adapta la enseñanza a tu perro y al contexto.
El entreno forma parte de la vida diaria
Por último, no te tomes el hecho de entrenar con tu perro como algo ajeno a vuestra rutina, sino todo lo contrario. Sal a pasear con tu perro, juega un rato con él, entrena una o dos veces a lo largo del paseo, déjale oler, bañarse, rebozarse por la hierba cual croqueta… Ten en cuenta que hay momentos para todo: la mayoría de las personas hacemos algún deporte o ejercicio físico a diario o varias veces por semana y no nos convertimos por ello en deportistas profesionales.
Recuerda que enseñamos a nuestros colegas a sentarse, a tumbarse, a venir cuando les llamamos, a no saltar encima de otras personas para tener perros educados y con más recursos para vivir en sociedad, no para tener un perro robot que no sabe pensar: ¡todo lo contrario! Cuantas más herramientas tenga tu perro, más despierto y creativo se volverá, pero, sobre todo, ganaremos en confianza y seguridad en nuestra relación con el animal.
¡Esperamos que este artículo sobre cuándo entrenar con tu perro (y por qué) te haya ayudado!