Dos lecciones navideñas sobre educación canina

(2) Lecciones navideñas sobre educación canina

¡Felices fiestas!

Al final de este (difícil) 2021, quiero desear unas estupendísimas Navidades en familia a todos y todas. Este año, más que nunca, agradezco enormemente el seguimiento y la confianza en Dog Ventura.

Aprovecho mi último día de curro (de este año) para recordar dos cosas que me parecen muy importantes en mi trabajo y que, cada mes, repito entre decenas y cientos de veces. Como siempre digo, tomadlas como un consejo amistoso y no como una verdad absoluta, porque esas no existen, ni en la educación canina ni en ninguna otra faceta de la vida.

Por un lado, considero que es importante empezar a entender que la educación de un perro no dura unos meses, sino toda la vida del animal. Hace poco, escuché una comparación curiosa: educar a un perro, a un gato, a cualquier animal doméstico, se asemeja a plantar y cuidar un hueso de aguacate, debido al tiempo, la paciencia y la dedicación que supone.

Huesos de aguacate

Sin embargo, esta metáfora se podría estirar hacia cualquier árbol, ¿no crees? Cuando lo plantamos, el árbol joven requiere de unos cuidados y una dedicación que una encina o un olivo centenario no necesitarán, pero… aquí está clave: esto no quiere decir que podamos descuidar la relación. Habrá años en los que el árbol puede enfermar, vendrán sequías, inundaciones, vientos que pondrán a prueba su resistencia…

A lo largo de la vida, las atenciones van a ser una dinámica común: irán variando, pero tendrán que mantenerse. La educación y el vínculo con tus colegas peludos son esas raíces que deben mantenerse sanas. Y hasta aquí la primera lección navideña.

Cambio de baterías

Por otro lado, algo que también se nos olvida es que un perro no es un robot, una tele, un ordenador… A los/as educadores/as, mucha gente nos comenta que quieren que un perro haga (o no haga) tal o cual cosa, y eso pocas veces supone un problema a medio plazo; sin embargo, los problemas llegan ante frases como «quiero que sea de equis forma», sin entender que cada perro es un individuo único.

Son también muy comunes las comparaciones, cuando se nos dice: «yo tenía un perro que…», que entendía esto desde el primer día, que actuaba así o asá, o que nunca tuve que explicarle aquello otro. Igual que cada persona tiene un carácter y una individualidad, también ocurre con el perro o con el gato.

No hay dos perros iguales en la Tierra, aunque la genética predisponga a capacidades y comportamientos. No podemos unir a dos animales y conseguir un individuo concreto: las experiencias, las personas, la subjetividad siempre van a llevar a ese ser en una u otra dirección.

Aprendamos a disfrutar de lo que cada perro nos da. Y debe quedar claro que esta afirmación no es contraria a dedicar tiempo a su enseñanza, a ponernos retos con él o ella y a construir conductas adaptadas para nuestra relación y nuestra sociedad.  Podemos acompañar la emoción del perro, adaptar el contexto, pero no podemos cambiar las baterías y convertir a un perro en otro perro.

¡Feliz 2022!

Felices fiestas, feliz Año Nuevo y, otra vez, ¡gracias por la confianza! ¡Nos vemos en unas semanas!

J.

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