Tipos de alimentación para tu perro
A grandes rasgos, y aunque sabemos que sintetizar es simplificar, podríamos decir que hay cuatro opciones:
Dieta BARF
Una dieta BARF equilibrada: es aquella opción que más se acerca a la alimentación natural e ideal que podrían tener nuestros perros en estado salvaje (échale un ojo a este vídeo explicativo, por ejemplo). BARF se compone de cuatro tipos de alimentos: huesos carnosos, carne y pescado, vísceras y frutas y verduras. Su principal flaqueza es la preparación y, en algunos países y regiones, también el coste de alimentar con BARF a uno o varios perros.
Comida seca
El pienso o comida seca que, pese a ser un ultraprocesado (no hay que olvidarlo), ofrece una alternativa nutricional completa. Un buen pienso debería contar con alrededor de un 25 % de proteínas y resulta fácil de adquirir, transportar y conservar. Entre un muy buen pienso y una alimentación completamente natural (¡y equilibrada!) siempre ganará esta última, pero el pienso sigue siendo una opción mayoritaria y fácil de complementar con otros alimentos.
Comida semihúmeda
La comida semihúmeda, mayoritariamente pienso semihúmedo, aporta menos calorías que otras opciones, pero también menos proteínas; entre sus ventajas está una mayor hidratación, gusto y una fácil digestión para el perro, lo que hace que sea muy valorada para guías que conviven con perros a quienes les cuesta masticar o de mal comer/poco apetito.
Comida húmeda
La comida húmeda (las típicas latas del supermercado, por ejemplo) tienen todavía menos proteínas que el resto de alimentos, pero son muy sabrosas y tiernas (¡y caras!). Por regla general, si nuestro perro no requiere de este tipo de alimentación por razones veterinarias, lo mejor será optar por varias opciones alimentarias que combinen con la comida húmeda.
Rutinas alimentarias para tu perro
Igual que en el resto de contextos de su vida (y de la nuestra), ofrecer previsibilidad al perro (es decir, saber qué va a pasar y qué puede esperar) mediante una rutina ayudará a promover que esté más tranquilo, equilibrado y feliz. Un cachorro o un perro joven comerán entre 3 y 5 veces al día, mientras que un perro adulto comerá entre 1 y 2 veces al día, pero en todos los casos deberán mantener una rutina apropiada de horarios y zona donde se alimenta.
Asimismo, es muy importante:
- Mantener una correcta higiene en su comedero y bebedero y dejar agua fresca y limpia a disposición de tu colega peludo
- Evitar que el perro haga ejercicio y, sobre todo, ejercicio intenso después de las comidas, pues existe riesgo de alteraciones digestivas graves (como la torsión de estómago)
- Aunque no tenga nada que ver la sensibilidad de un estómago de un pastor alemán con el de un mestizo, cuando cambiemos de alimentación lo haremos siempre de forma gradual para evitar problemas digestivos
- Los masticables ayudarán a limpiar los dientes de tu perro y, a la vez, lo estimularás: ¡prueba a obsequiarle con varios masticables por semana! Desde huesos, tendones u orejas a productos procesados que cumplan todas las normativas
Recuerda, además:
- Las necesidades nutricionales de un cachorro y un perro adulto son muy distintas, por lo que existe alimento especial para cachorros: entre los 2 y 3 meses
- A un cachorro le daremos siempre alimento húmedo (o se le ablandará) y aumentaremos en consistencia, progresivamente, entre los 3 y los 6 meses
- A partir de los 3 meses, podemos reducir las tomas de alimento a 3 veces al día y, a partir del año, no hay problema en que el perro coma 1 vez al día
- Si notas que tu perro cambia de hábitos de forma abrupta (bebe mucho, poco, come con mucha ansia, etc.) puede indicar enfermedad, estrés, ansiedad… ¡y deberías consultarlo con tu veterinario!
Alimentos perjudiciales para la salud del perro
Si bien el sobrepeso es quizá uno de los problemas más graves que sufre, hoy, el perro doméstico, debemos tener presente que muchas visitas al veterinario se producen por ingerir, accidentalmente o sin conocimiento, alguno de los múltiples alimentos que un perro no debería consumir nunca. Estos son:
- Chocolate y café, que puede provocar daños digestivos (vómito, diarrea), neurológicos (hiperactividad, convulsiones) o generales, desde el jadeo o el aumento del consumo de agua hasta la muerte súbita
- Uvas y pasas, que pueden dañar sus riñones gravemente
- Frutos secos, que pueden provocar desde debilidad a vómitos, depresión o temblores
- Alcohol y levadura, con riesgo de provocar vómitos y diarrea hasta graves daños neurológicos (falta de coordinación, temblores, coma, muerte súbita)
- Cebollas y ajos, que pueden ocasionar anemia, vómitos y diarrea
- Chicles, por el xilitol: enfermedad hepática, reducción de la glucosa en sangre, vómitos, diarreas, temblores, convulsiones…
Tampoco es recomendable que nuestros perros ingieran:
- Leche y derivados lácteos, que conllevan riesgo de diarreas y malas digestiones
- Productos salados, que pueden producir problemas digestivos, neurológicos o generales, como un aumento del jadeo, las ganas de orinar o el consumo de agua
Esta entrada pertenece a nuestra Guía con consejos básicos para propietarios de perros. ¡Consulta otras entradas en el enlace!