La ciencia ha confirmado que estos perros entrenados hablan con botones. Sin embargo, hay dudas sobre la profundidad de esta comunicación

La ciencia ha confirmado que estos perros entrenados hablan con botones. Sin embargo, hay dudas sobre la profundidad de esta comunicación (1)

Stella, Bran, Copper, Bunny… La fiebre de los perros que hablan con botones y teclados ha supuesto millones de horas de visualización, estudios y viralidad, a expuertas. Solo Christina Hunger (@Hunger4Words) ha sido best-seller de The New York Times y cuenta en Instagram con 737.000 seguidores). Las redes sociales han permitido a esta logopeda sacar libros, participar en estudios y crear una legión de familias que realizaban procesos similares en sus casas.

Sin embargo, mi escepticismo me lleva, una vez más, a tratar este tema, que ya revisé en profundidad para Coco y Maya hace un par de años (aquí, con el perro Bran; y, originalmente, aquí, con Stella: para una idea completa del fenómeno, os recomiendo este segundo artículo). Entonces, mis conclusiones fueron claras: «nada que no pueda explicarse por condicionamiento clásico u operante»; todo lo demás, (buen) marketing.

Todos los perros, en mayor o menor medida, han demostrado que pueden crear fases simples mediante un tablero de sonidos, lo que genera (evidentemente) un entusiasmo brutal en redes. También crea debate sobre la capacidad real de los perros para comunicarse con estas herramientas y, por último, sobre la posibilidad de generar conceptos abstractos. Algo en tela de juicio y que otros estudios están revisando desde distintas líneas también, como este.

La comunicación de los perros que hablan con botones

¿Y por qué vuelve a aparecer en la prensa? La razón principal es este estudio publicado en Nature (2024), que ha aportado más evidencia científica a este fenómeno.

Para ello, los investigadores de la Universidad de California han publicado sus datos de análisis de perros entrenados con botones (pulsaciones realizadas en sus casas), identificando patrones y contextos específicos. Los resultados sugieren que los animales no solo comprenden la funcionalidad de los tableros de sonido, sino que también los utilizan de manera intencional para comunicarse, descartando la mera imitación de sus tutores.

Dos puntos para el debate

Antes de empezar, hay dos cuestiones que a mí me generan bastantes dudas.

La primera es la metodología para recopilar datos. Esto se realizó en casa y a través de uan aplicación móvil diseñada específicamente para este fin. Si bien el estudio afirma que las pautas y reglas planteadas fueron seguidas por las familias correctamente con mecanismos de control… bueno, hay sesgos importantes que deberíamos tener en cuenta (como el de Hans, el Listo).

Asimismo, existen vídeos en Internet de varios perros «influencers» donde no quedaba muy claro la interacción humano-animal (repitiendo teclas, ofreciendo respuestas distintas por parte de la familia o del perro hacia la misma combinación de teclas, reforzando comportamientos ante varias combinaciones distintas, etc.)

Hasta donde puedo leer, el estudio sugiere que, a menudo (esto es importante), acciones no son repetitivas ni aleatorias y tienen una intención comunicativa propia; además, las secuencias de pulsaciones variaban según el contexto y las necesidades del perro, lo que afirman que señala que hay una capacidad para entender el contexto (por supuesto) y expresar distintos mensajes relacionados.

Te cuento todo esto porque, en realidad, esto también lo puede aprender un perro entrenado para ladrar, tocar objetos o sentarse en una posición con un objetivo específico (como esperar su cena). No obstante, considero que la idea tras este análisis es encontrar una intencionalidad ajena a condicionamientos (lo que, en lo personal, dudo que ocurra al margen de las personas, e incluso aquí tengo mis dudas: pero esto, para otro artículo; dejo una nota al final del texto).

¿Qué aporta el estudio de 2024?

El impacto de perros como Bran y Stella en plataformas como Instagram ha sido enorme. Cientos de dueños comparten videos donde entrenan a sus perros con botones y teclados. (Ojo, a menudo, patentados por Christine Hunger o por el equipo de Fluent Pet: esto no deja de ser relevante, ¿no crees?). Desconozco el tema al detalle, pero a mí me suena a conflicto de intereses…

Sin embargo, como comenté en otros artículos, este entusiasmo a menudo choca con las conclusiones de la comunidad científica. Una de las críticas principales es el sesgo interpretativo: los tutores tienden a atribuir significados complejos a interacciones que pueden ser respuestas condicionadas. (De hecho, estoy convencido de que lo son, como cualquier otra respuesta reforzada por condicionamiento clásico, operante o transferencias, como la pavloviana-instrumental).

Además, los patrones que se observan, en muchos casos, podrían deberse más a repeticiones aleatorias reforzadas por premios o elogios (reforzadores primarios o secundarios) que a un intento real de comunicación. En este sentido, el estudio de 2024 ha hecho hincapié en este punto, considerando que esta era una de las principales críticas.

Hay varios puntos que tener en cuenta:

Los botones más presionados por los perros fueron típicamente aquellos para conceptos relacionados con las actividades y necesidades rutinarias de los animales», ya que resultan una forma eficiente y directa de obtener acceso al reforzador (por ejemplo, salir al patio o a pasear, recibir comida, jugar con el guía)

De igual modo, entre las conclusiones del estudio se admite que:

En resumen, nuestros resultados sugieren que los perros adiestrados por sus dueños pueden pulsar los botones de sus cajas acústicas de forma no accidental ni aleatoria, y que los perros no repiten simplemente las pulsaciones de sus dueños. Por lo tanto, nuestros hallazgos proponen que los perros diferencian entre al menos algunos de los botones que se encuentran en sus cajas acústicas y, dada la aparición de combinaciones particulares de conceptos de dos botones a nivel de población, que al menos algunos perros han atribuido de forma asociativa significados diferentes a diferentes botones. Sin embargo, observamos que nuestros resultados reflejan una considerable variación individual entre sujetos, ya que algunas redes de cajas acústicas se acercan a la aleatoriedad, mientras que otras son extremadamente consistentes en sus combinaciones de conceptos de dos botones.

¿Qué sabemos entonces? Según el equipo de investigación, los perros pueden asociar botones con necesidades o deseos específicos, está confirmado (1). Existe un enorme espacio para la aleatoriedad (2), que varía mucho entre «los perros que hablan con botones» y, en ningún caso, esto implica una comprensión profunda del lenguaje (3), hasta donde yo puedo leer.

La capacidad de formar combinaciones de palabras o expresar conceptos abstractos sigue siendo objeto de estudio.

¿Hay espacio para el escepticismo?

El estudio en Nature proporciona un enfoque experimental que intenta desentrañar estas dudas. Entre sus hallazgos más importantes está la identificación de contextos específicos donde los perros muestran un uso más intencional de los tableros.

Por ejemplo, los perros que hablan con botones podrían pulsar “salir” cuando se encuentra cerca de la puerta o “jugar” mientras sostiene un juguete. Así como, en menor medida, empezar a construir combinaciones en los teclados (jugar+fuera; salir+fuera; comer+salir…) que pueden mostrar intencionalidad. Sin embargo, los investigadores también destacan que, en muchos casos, las pulsaciones podrían ser el resultado de una repetición aleatoria reforzada por el comportamiento del guía o tutor.

Pero ¿esos perros hablan con botones?

Como comentaba en Estos perros de Instagram «hablan» con un teclado. La ciencia no lo ve tan claro:

Según Berthet, hay tres premisas que deben cumplirse para afirmar que estas perras hablan:

Comprobar que entienden el sonido: por ejemplo, /pa.se.o/ para pasear (un concepto abstracto en sí mismo para el perro, por cierto)

Asegurarse de que entienden el lenguaje simplificado del teclado: el botón 3 hace referencia a pasear, el botón 4 a la pelota y el 5 a comer, por ejemplo

Tener la certeza de que comprenden las correspondencias: es decir, el concepto de pasear con el sonido del botón

Además, debemos descartar el efecto «clever Hans» (la ayuda intencionada o no) de los guías a los perros, cosa que no se puede hacer si la experimentación se realiza fuera de un ambiente controlado o laboratorio.

Con lo que observo en el nuevo estudio, sigo manteniendo la idea de que se están dando procesos de aprendizaje mediante asociación de estímulos (condicionamiento clásico) y consecuencias (condicionamiento operante), existiendo incluso otras situaciones menos probables de aprendizaje, que deberíamos analizar caso a caso.

El hecho de que muchos perros tengan altas tasas de aleatoriedad, además, me demuestra que, probablemente, los aprendizajes son poco constantes o las respuestas y el acceso a los reforzadores (comida, calle, juego, etc.) poco claros (existen relaciones de contingencia, pero estas van variando: a veces, me premian, a veces, no; otras ocurre algo distinto…) para la mayoría de los perros que hablan con botones.

Al fin y al cabo, aquí se sigue dando un proceso de antropomorfización en el que se ignora, por lo menos de forma parcial, nuestros conocimientos de la conducta canina. Si yo enseño a encender la luz a un perro y, después, siempre que lo haga lo saco a pasear, esa asociación va a confirmarse como «toco ese botón» que significa «paseo» o «quiero pasear». Si quiero demostrar otras estudiar otras formas de comunicación, debería establecer protocolos claros y específicos (y, lo siento, pero aquí considero que fuera del laboratorio esto puede ser complejo).

Cuando escribí «Bran, el perro español que habla con botones, y que triunfa en las redes« comentaba:

Siendo así, todo lo anterior podría enseñarse mediante metodologías más sencillas de comprender para un perro o un gato, como acercarse a la puerta cuando quieren salir a la calle o dar la pata para captar tu atención. No obstante, nadie duda que los teclados con sonidos son mucho más vistosos.

En busca de un enfoque equilibrado

En varios medios he leído: Aunque los avances en la comunicación entre perros y humanos mediante tableros de sonido son prometedores, es prematuro afirmar que los perros «hablan» en el sentido humano del término. Lo que sí queda claro es que estos tableros abren una puerta fascinante para explorar cómo los perros entienden y responden a su entorno.

Y no, los perros que hablan con botones, no hablan en el sentido humano. Afirmar esto es no comprender bien algunas bases sobre etología canina y teoría del aprendizaje.

La ciencia ha confirmado que los perros entrenados pueden utilizar teclados para comunicarse de manera básica. Esto es correcto. Sin embargo, surgen nuevos interrogantes sobre la profundidad y naturaleza de esta comunicación, lo que invita a una exploración más profunda y cautelosa en este campo emergente.

Lecturas recomendadas:

Bastos, A.P.M., Houghton, Z.N., Naranjo, L. et al. (2024). Soundboard-trained dogs produce non-accidental, non-random and non-imitative two-button combinations. Sci Rep 14, 28771. https://doi.org/10.1038/s41598-024-79517-6

Gambint-Buffalo, B. (2022, 18 de julio). Los perros pueden «pensar en retrospectiva» y formar conceptos abstractos. Futurity. https://www.futurity.org/dogs-memory-cognition-learning-2768262/ 

Ruiz, J. (2022, 28 de septiembre). Estos perros de Instagram «hablan» con un teclado. La ciencia no lo ve tan claro. Coco y Maya. https://www.cocoymaya.com/perros/estos-perros-instagram-hablan-teclado-ciencia-no-ve-claro

Ruiz, J. (2022, 20 de octubre). Bran, el perro español que habla con botones, y que triunfa en las redes. Coco y Maya. https://www.cocoymaya.com/perros/bran-perro-espanol-que-habla-botones-que-triunfa-redes

Como aclaración. Considero que el aprendizaje en el lenguaje humano puede mantener una estructura de aprendizaje similar, y no tan cercana a las ideas de Chomsky. Este argumentó una estructura mental innata (gramática universal) que permite la creatividad del lenguaje y una rápida adquisición. Sin embargo, las perspectivas generativistas solo son una de las posibilidades. En lo personal, creo que el constructivismo y la lingüística cognitiva (Tomasello) tiene más sentido. Pese a tratarse de un enfoque cognitivista, encaja bien con otras ideas conductistas que considero que están afectando a la adquisición. En cualquier caso, esto se sale, y mucho, de mis campos de estudio y trabajo.

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