Para que los perros coman no hay una hora perfecta. Aunque sí hay formas de prevenir la mayoría de los problemas digestivos

No hay una hora perfecta para que los perros coman. Aunque sí hay formas de prevenir la mayoría de los problemas digestivos

Suelo ver mucho artículo clickbait sobre este tema, así que hoy me lío la manta a la cabeza. Y no, no hay una hora perfecta para que los perros coman (para ti tampoco, ¿no?). Establecer un horario fijo para alimentar a tu perro, en cambio, sí es esencial para su salud digestiva y emocional.

Los canes con una rutina equilibrada (y previsible) pueden procesar sus alimentos de forma más eficiente, y vivir con menos estrés, problemas de salud y sobrepeso. En cambio, cuando la mayoría de los artículos intentan venderte la idea de «hora perfecta par que los perros coman» suelen llevarlo hacia prácticas de bienestar. Así que vamos a hablar de eso aquí también.

(Si no, ¿de qué?)

Regularidad en las comidas (para que los perros coman B-I-E-N)

No hay horarios ideales, pero la rutina sí es un punto imprescindible. Cada perro puede tener unas necesidades concretas, sobre todo, vinculadas a la edad, salud, tamaño y nivel de actividad, pero todas ellas deben tener en cuenta una estructura consistente.

Según VCA Animal Hospitals (Feeding Times and Frequency for Your Dog), el estómago de los perros comienza a enviar señales de hambre tras 8-10 horas sin comer. Por esta razón, muchas familias mantienen dos comidas diarias durante toda la vida del perro adulto, en intervalos de 12 horas. Hay perros que lo llevan bien; otros que no.

En mi caso, recomiendo separar entre 2 y 3 tomas de comida, que pueden diversificarse en ejercicios de estimulación mental, enriquecimiento ambiental (juegos de olfato, por ejemplo, como un sembrado) y comida en plato, donde se entregará la mayor proporción.

En algunos casos, como en cachorros, razas pequeñas y perros con necesidades especiales, dividir la alimentación en tres comidas al día (o más) puede ser beneficioso. Esto ayuda a mantener estables los niveles de energía y evita episodios de hambre extrema, que podrían provocar comportamientos indeseados relacionados con hambre o problemas digestivos (por ejemplo, IBS).

Problemas relacionados con horarios irregulares

No respetar un horario fijo puede tener repercusiones en la salud de tu perro. Y no solo físicas, también conductuales. Así, si los perros no comen nada durante el día (más de 12 horas) esto puede generar un exceso de acidez estomacal, lo que resulta en malestar, náuseas o incluso vómitos.

Optar por todo lo contrario (comida a disposición) tampoco está recomendado: puede fomentar una alimentación «demasiado espaciada», sobrepeso e incluso protección de recursos.

Asimismo, recomiendo tener cuidado con perros muy demandantes, para los que la comida puede tener un alto valor (en cierto sentido, ¿no?). La razón es que puede generar un aumento de las conductas asociadas a estrés o ansiedad previa a los horarios de alimento; algo que se reducirá si establecemos alguna entrega extra de comida o «hacemos ejercicios mentales» con el perro para intercambiarlo por parte de la ración.

Aunque no creo que tengamos que ser «superestrictos» (lo siento), sí que las tazas para medir las raciones son básicas para controlar las cantidades de alimento que consumen. Ante cambios importantes de la rutina, siempre se consulta a veterinario ante problemas (obviamente), pero un gran número de casos suelen estar relacionados con la entrega incorrecta de comida (por ejemplo, no te la comes: te queda ahí todo el día) o la modificacón de las raciones (como no se lo comía, empecé a ponerle comida húmeda).

Trucazo (obvio). Adapta el horario a tu rutina

Un esquema común que funciona para muchas familias es alimentar a los perros dos veces al día, generalmente coincidiendo con el desayuno y la cena. Este enfoque se adapta a los ritmos digestivos del perro y es fácil de integrar en los horarios laborales o escolares de los dueños.

Si tienes más flexibilidad en tus horarios, podrías incluso incluir una tercera ración, aunque en la mayoría de los casos, creo que vale la pena reservar una parte y entregársela en ejercicios de enriquecimiento. La constancia, previsibilidad y rutina es lo que da tranquilidad al perro (no quiere decir que un pastor alemán no te vaya a lloriquear delante del plato, lo siento), porque reduce el estrés asociado a la incertidumbre alimenticia.

Tres claves para una alimentación correcta

  • Raciones adecuadas: calcula la cantidad de alimento según el peso, edad y nivel de actividad de tu perro. Si tienes dudas, consulta con tu veterinario (o un nutricionista veterinario) para obtener orientación personalizada.
  • Evita los cambios bruscos en un cambio de alimento: si necesitas ajustar el horario o el tipo de alimento, hazlo de forma gradual para prevenir malestares digestivos. ¡Muchísima gente comete este error todavía!
  • Observa a tu peludo: cambios en el comportamiento alimenticio, como una pérdida de apetito o un aumento repentino de hambre, pueden ser señales de alerta.

En fin, que no hay una hora perfecta para que los perros coman. Me encantaría decirte lo contrario y marcar una estructura superclara, pero creo que los profesionales tenemos que hacer justo lo contrario. Informar sobre las líneas generales y acompañar a lo largo de esa escala de grises.

Sin embargo, sí deberías establecer rutina adaptada al perro y a tus posibilidades, previsible, suficiente y enriquecida para poder disfrutar muchos años con tu colega perro.

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